La propiocepción hace
referencia a la capacidad del cuerpo para detectar el movimiento y posición de
las articulaciones. Es importante en los movimientos comunes que se realizan a
diario, especialmente en los movimientos deportivos que requieren un mayor
nivel de coordinación (Saavedra, 2003; Lephart, 2003; Griffin, 2003)
El término PROPIOCEPCION ha
evolucionado; hoy, se conoce como la conciencia de posición y movimiento
articular, velocidad y detección de la fuerza de movimiento, la cual consta de
tres componentes (Saavedra, 2003; Lephart, 2003):
Estatestesia: Provisión de
conciencia de posición articular estática.
Cenestesia: Conciencia de
movimiento y aceleración.
Actividades efectoras:
Respuesta refleja y regulación del tono muscular.
Sherrington (1906) describe
la propiocepción como la información sensorial que contribuye al sentido de
la posición propia y al movimiento. Actualmente ésta incluye la conciencia de
posición y movimiento articular, velocidad y detección de la fuerza de
movimiento (Saavedra, 2003).
La propiocepción mantiene la
estabilidad articular bajo condiciones dinámicas, proporcionado el control del
movimiento deseado y la estabilidad articular. La coordinación apropiada de la
coactivación muscular (agonistas – antagonistas) atenúa las cargas sobre el
cartílago articular (Ibid.).
La propiocepción depende de
estímulos sensoriales tales como: visuales, auditivos, vestibulares,
receptores cutáneos, articulares y musculares.
La también llamada sensibilidad
cinestésica, permite moverse en la oscuridad o de percibir la posición de las
extremidades.
A través del entrenamiento
propioceptivo, el atleta aprende sacar ventajas de los mecanismos reflejos,
mejorando los estímulos facilitadores aumentan el rendimiento y disminuyendo
las inhibiciones que lo reducen. Así, reflejos como el de estiramiento, que
pueden aparecer ante una situación inesperada (por ejemplo, perder el
equilibrio) se pueden manifestar de forma correcta (ayudan a recuperar la postura)
o incorrecta (provocar un desequilibrio mayor). Con el entrenamiento
propioceptivo, los reflejos básicos incorrectos tienden a eliminarse para
optimizar la respuesta. (Ruiz, 2004)
Todo incremento en la fuerza es
resultado de una estimulación neuromuscular. Con relación a la fuerza,
enseguida solemos pensar en la masa muscular pero no olvidemos que ésta se
encuentra bajo las órdenes del sistema nervioso. Resumidamente, es sabido que
para la mejora de la fuerza a través del entrenamiento existen adaptaciones
funcionales (sobre la base de aspectos neurales o nerviosos) y adaptaciones
estructurales (sobre la base de aspectos estructurales: hipertrofia e
hiperplasia, esta última sin evidencias de existencia clara en personas)
(Ibid.).
Los procesos reflejos que
incluye la propiocepción estarían vinculados a las mejoras funcionales en el
entrenamiento de la fuerza, junto a las mejoras propias que se pueden conseguir
a través de la coordinación intermuscular y la coordinación intramuscular
(Ibid.):
Coordinación Intermuscular:
Haría referencia a la interacción de los diferentes grupos musculares que
producen un movimiento determinado.
Coordinación Intramuscular:
Haría referencia a la interacción de las unidades motoras de un mismo
músculo.
Propiocepción (Procesos
Reflejos): Harían referencia a los procesos de facilitación e inhibición
nerviosa a través de un mejor control del reflejo de estiramiento o miotático
y del reflejo miotático inverso, mencionados anteriormente y que pueden
producir adaptaciones a nivel de coordinación inter-intramuscular.
Entrenamiento
Propioceptivo y Flexibilidad
El reflejo de estiramiento
desencadenado por los husos musculares ante un estiramiento excesivo provoca una
contracción muscular como mecanismo de protección (reflejo miotático). Sin
embargo, ante una situación en la que realizamos un estiramiento excesivo de
forma prolongada, si hemos ido lentamente a esta posición y ahí mantenemos el
estiramiento unos segundos, se anulan las respuestas reflejas del reflejo
miotático activándose las respuestas reflejas del aparato de Golgi
(relajación muscular), que permiten mejoras en la flexibilidad, ya que al
conseguir una mayor relajación muscular podemos incrementar la amplitud de
movimiento en el estiramiento con mayor facilidad (Ibid.).
Entrenamiento
Propioceptivo y Coordinación
La coordinación hace
referencia a la capacidad que tenemos para resolver situaciones inesperadas y
variables y requiere del desarrollo de varios factores que, indudablemente,
podemos mejorar con el entrenamiento propioceptivo, ya que dependen en gran
medida de la información somatosensorial (propioceptiva) que recoge el cuerpo
ante estas situaciones inesperadas, además, de la información recogida por
los sistemas visual y vestibular (Ibid.).
Estos factores propios de la
coordinación que podemos mejorar con el entrenamiento propioceptivo son
(Ibid.):
• Regulación de los
Parámetros Espacio-Temporales del Movimiento: Se trata de ajustar nuestros
movimientos en el espacio y en el tiempo para conseguir una ejecución eficaz
ante una determinada situación. Por ejemplo, cuando nos lanzan una pelota y la
tenemos que recoger, debemos calcular la distancia desde la cuál nos la lanzan
y el tiempo que tardará en llegar en base a la velocidad del lanzamiento para
poder ajustar nuestros movimientos. Ejercicios buenos para la mejora de los
ajustes espacio-temporales son los lanzamientos o pases con objetos de
diferentes tamaños y pesos.
• Capacidad de Mantener el
Equilibrio: Tanto en situaciones estáticas como dinámicas, eliminamos
pequeñas alteraciones del equilibrio mediante la tensión refleja muscular que
nos hace desplazarnos rápidamente a la zona de apoyo estable. Una vez que entrenamos
el sistema propioceptivo para la mejora del equilibrio, podremos conseguir
incluso anticiparnos a las posibles alteraciones de éste con el fin de que no
se produzcan (mecanismo de anticipación). Ejercicios para la mejora del
equilibrio serían apoyos sobre una pierna, verticales, conos, oscilaciones y
giros de las extremidades superiores y tronco con apoyo sobre una pierna,
mantenimiento de posturas o movimientos con apoyo limitado o sobre superficies
irregulares, ejercicios con los ojos cerrados.
• Sentido del Ritmo:
Capacidad de variar y reproducir parámetros de fuerza-velocidad y
espacio-temporales de los movimientos. Al igual que los anteriores, depende en
gran medida de los sistemas somatosensorial, visual y vestibular. En el ámbito
deportivo, podemos desglosar acciones motoras
complejas propias de un
deporte en elementos aislados para mejorar la percepción de los movimientos y
después integrarlos en una sola acción. Es importante seguir un orden lógico
si separamos los elementos de una acción técnica. Por ejemplo, en la batida
de voleibol, podemos separar el gesto en los pasos de aproximación – descenso
del centro de gravedad flexionando piernas a la vez que echamos los brazos
atrás – despegue – armado del brazo – golpeo final al balón.
• Capacidad de Orientarse en
el Espacio: Se realiza fundamentalmente, sobre la base del sistema visual y al
sistema propioceptivo. Podríamos mejorar esta capacidad a través del
entrenamiento de la atención voluntaria (elegir los estímulos más
importantes).
• Capacidad de Relajar los
Músculos: Es importante, ya que una tensión excesiva de los músculos que no
intervienen en una determinada acción puede disminuir la coordinación del
movimiento, limitar su amplitud, velocidad, fuerza. Utilizando ejercicios
alternando periodos de relajación-tensión, intentando controlar estos estados
de forma consciente. En alto nivel deportivo, se busca la relajación
voluntaria ante situaciones de gran estrés que después puedan transferirse a
la actividad competitiva.
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